Los pueblos de la religiosidad 'clásica' mediterránea poseían una cosmovisión
sofisticada más cercana a los conceptos del Multiverso y de la "Teoría de las Cuerdas"
que la herencia -omnipresente- del judeocristiano.
En esta percepción tradicional de un Cosmos con Unidad en inconcebible diversidad de manifestaciones, cabía un sin fin de dioses y diosas, de espíritus, entes, entidades,
elementales, incluyendo gracias, ninfas, musas, furias y leviatanes, sin por esto
desconsiderar la Unidad omniabarcante de la Gran Armonía.
En comparación con ellos,
los bárbaros venidos de los desiertos de sol escaldante o de los fríos gélidos nocturnos,
en su mayoría pueblos tribales de cazadores / pastores esclavizantes
de animales y de minorías, de agricultores mono-cultivadores
patrimonialistas con guerreros beligerantes, con jefes tiranos-torturadores,
creyentes todos en un dios exclusivista, racista, celoso, envidioso y caprichoso,
eran considerados por los civilizados como sub-humanos irracionales,
seres merecedores de lejanía forzada o de esclavización,
ya desde los tiempos del majestuoso y sabio Egipto Faraónico.
Triste ocaso ha sido el de aquella hermosa y culta civilización occidental,
del norte mediterráneo -greco-romana-, así como el de las culturas
celtas, las de Creta o del Súmer primigenio.
La civilización suméria se transmutó, se expandió y se transformó
en las civilizaciones posteriores, todas deudoras de los antiguos pueblos del Súmer
(que en el génesis de la civilización, ya tenían leyes para el respeto de la
igualdad de género o la protección de los animales, una escrita formidable
y una teogonía fascinante); la isla de Creta quedó devastada
y desapareció después de una erupción volcánica;
pero el Imperio Romano fue destruido por la falta de
planeamiento demográfico, la consecuente indefensa frente a los
germanos beligerantes, y por erosión interna a causa de la
perfidia de la Iglesia cristiana transformada en
poderosa secta política-religiosa, totalitaria,
excluyente y destructiva.
Los contemporáneos somos todos herederos
de esta odisea de la 'tradición humana', pero en la Era tecnológica
avanzada en génesis, o incorporamos en nuestra Identidad como especie
nuestra memoria histórica transpersonal o desapareceremos
como unos seres ingratos, deshonestos y destructivos, que no hacen caso a la
intrépida odisea de sus nobles ancestrales.
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